No quieren escuchar
El CIS ha publicado hoy el barómetro correspondiente al tercer trimestre del año y la clase política y los partidos vuelven a aparecer entre los principales problemas que tiene España, sólo por detrás del paro y la situación económica del país. Los periodistas acostumbramos, en el anonimato de la redacción, a hacer un peculiar ejercicio de titulación: antes del titular serio, formal y definitivo, recurrimos a los típicos chascarrillos graciosos, sarcásticos, manipuladores y con una gran dosis de maldad para quitar hierro al asunto. Algunos titulares de este tipo han visto la luz mientras el director, editor, jefe de sección y redactores jefes se tiraban de los pelos al día siguiente. Recurriendo a este ejercicio y sin intención de hacer ninguna analogía y con cierto tono irónico, se me viene a la cabeza un titular para los últimos barómetros del CIS: «Los políticos ocupan el lugar dejado por el terrorismo en los principales problemas de España».
Se suele decir que las encuestas son una fotografía fija de la opinión de los ciudadanos en un momento dado. Simplemente se encargan de exponer la opinión pública y estado de ánimo sobre una serie de temas de actualidad. Si los datos son importantes, más lo son las interpretaciones que dan a las encuestas los expertos en estadística y opinión pública, los periodistas y, en último lugar, los políticos. Que en los últimos barómetros del CIS tienen la peculiaridad de ser al mismo tiempo juez y parte de los análisis de estas encuestas.
Apenas había pasado un par de horas de la publicación de estos resultados cuando los portavoces del PP y el PSOE salieron en rueda de prensa a analizar el último barómetro del CIS. Y como era de esperar, ni Carlos Floriano ni Óscar López interpretaron en profundidad este descontento de la ciudadanía hacia la clase política: para el primero, «después de gobiernos del PSOE hay una etapa de desprestigio en la clase política»; mientras que para el segundo, se debe al «rechazo general hacia las políticas concretas del PP». Ni una pizca de autocrítica o reflexión sobre los motivos que han llevado a los políticos a estar tan mal valorados por los españoles. Como si se tratara de un efecto secundario de la crisis económica. No obstante, quiero creer que la verdadera interpretación de estos resultados tiene lugar en el seno de los partidos y no de cara a la opinión pública.
Es lógico que en tiempos de adversidades los ciudadanos pidan un esfuerzo extra a sus representantes. De la misma forma que los políticos exigen esto mismo a los ciudadanos. Y cuando hablo de esfuerzo extra de la clase política, me refiero a capacidad de diálogo, exposición de argumentos sólidos en detrimento de las razones partidistas habituales, abandono del típico cortoplacismo e intereses personales de los políticos, responsabilidad en la toma de decisiones… Precisamente, todo de lo que adolecen los dos partidos mayoritarios españoles.
La solución a este deterioro de la valoración de la clase política española hay que buscarla en un término muy usado por Mariano Rajoy: la confianza. ¿Y cómo se consigue? La respuesta la da el propio presidente del Gobierno, aunque en un contexto diferente pero también aplicable a la clase política española: «Y no hay nada que dé más confianza que cumplir los acuerdos que se adoptan, y no hay nada que dé más confianza que sembrar certidumbres, y no hay nada que dé más desconfianza que sembrar incertidumbres».
Si la teoría parece tan clara, habría que preguntarse por qué los políticos españoles no la llevan a la práctica. Quizá sea, simplemente, porque no les interesa escucharnos.
[…] hilo de lo que comentaba ayer sobre la incapacidad de los políticos para escuchar la opinión de los ciudadanos, un escrito de los trabajadores de Radio Nacional de España […]
Mentalidad decimonónica en el siglo XXI « Entre líneas
9 de octubre de 2012 at 18:07